(Dibujo del talentoso Arq. Giovanini)
He sido
recientemente reincorporado a las engrosadas filas de los felices solteros,
pueden leer la frase con toda la sinceridad o sarcasmo que les plazca y les
llene el buche de sonrisas, yo aún no decido como decirlo. El punto es que
luego de casi 5 años del claustro de la relación noviera en la que estaba, me
ha costado trabajo regresar a las nunca bien aprendidas prácticas de la
libertad y sus mieles, ya de cajón, nunca fui bueno en ellas a menos que
involucraran la extática experiencia sudorosa proporcionada por el placer
sexual entre dos (a veces más) personas. Sí, el morbito rico siempre rodeaba la
mística de mi aura y porque no compartirla con quien tenga el ocio y el interés
de leerme.
Rodeado de la
felicidad y la emoción por intentar descubrir los secretos del mundo del amor,
la libertad y su infinito misterio, caigo en cuenta sobre la pregunta que nada
por mi cerebro como pecera diminuta conteniendo un dragón chino. ¿Qué pasa
entonces si puedo lidiar con la experiencia del sexo, pero no con los
sentimientos, correspondidos o no? La línea que divide ambos mundos es marcada
como pocas, pero está hecha de aire para ser cruzada sin ningún esfuerzo real.
¿Qué hago?
Ah pues muy
fácil, me tiro al drama y me pongo a beber junto con la dinámica secreción de
endorfinas que me da correr de una manera malsana y voraz, pero chicos no lo
hagan en casa, esto sólo es para expertos de los cuales obviamente tampoco
formo parte, razón por la cual terminamos en malos términos con las
resoluciones y las experiencias que podrían ir de bonitas e inolvidables a sólo
inolvidables, pero lo cierto es que no me doy por vencido nunca así que le
seguimos, hay que hacer callo en esto también, porque después de todo el
corazón es un músculo y el amor un ejercicio, así que para volverse un maestro
hay que practicarlo también.
Mi táctica es -como
iniciaría un gran poema del gran maestro Benedetti- apachurrar el corazón,
vaciarlo de todo su sentir a cada instante para que cada experiencia sea nueva,
una entrega completa, emocionante y tan volcada que no me quede espacio para
sentir el fallido desazón que provoca el desamor en las quinceañeras,
apachurrarlo con toda mi persona y emociones para que pueda pasar del amor a la
amistad en un desasosiego del alma, sin moretones o marcas, ni mordidas que
necesiten sanar con una botella de ginebra y azotada música, apachurrarlo para
mostrar toda la maravilla del sinsentido que ocasiona la diversión histérica e
hilarante de convivir a mi lado, llena de colores, lugares, aventuras y pasión…
Bueno, eso digo yo.
Aún no descubro
como evitar o ignorar la pintoresca bofetada que te dan las emociones cuando no
sabes como declararlas, corresponderlas, aceptarlas y esa linda etapa sobre
dejar ir las cosas y continuar. Estoy trabajando arduamente en eso sobre el
escenario donde vale la pena tener las conversaciones incómodas, nunca dar nada
por sentado y jamás dejar que las cosas se extingan u olviden por el simple
hecho de que el tiempo llene el lugar de los huecos provocados por la mente,
esa última merece un lindo Fuck no muy
fuerte.
Eventualmente le
saldrán callosidades al corazón y debo tener cuidado de que no lo vuelvan un
coraza y siempre pueda llenarlo de nuevos inventos, inesperado de romanticismo,
cariño, risas interminables en una linda dosis de intensidad bien encaminada.