miércoles, 12 de marzo de 2014

Apachurrar el corazón o Fuck, I think I hate dating


(Dibujo del talentoso Arq. Giovanini)


He sido recientemente reincorporado a las engrosadas filas de los felices solteros, pueden leer la frase con toda la sinceridad o sarcasmo que les plazca y les llene el buche de sonrisas, yo aún no decido como decirlo. El punto es que luego de casi 5 años del claustro de la relación noviera en la que estaba, me ha costado trabajo regresar a las nunca bien aprendidas prácticas de la libertad y sus mieles, ya de cajón, nunca fui bueno en ellas a menos que involucraran la extática experiencia sudorosa proporcionada por el placer sexual entre dos (a veces más) personas. Sí, el morbito rico siempre rodeaba la mística de mi aura y porque no compartirla con quien tenga el ocio y el interés de leerme. 

Rodeado de la felicidad y la emoción por intentar descubrir los secretos del mundo del amor, la libertad y su infinito misterio, caigo en cuenta sobre la pregunta que nada por mi cerebro como pecera diminuta conteniendo un dragón chino. ¿Qué pasa entonces si puedo lidiar con la experiencia del sexo, pero no con los sentimientos, correspondidos o no? La línea que divide ambos mundos es marcada como pocas, pero está hecha de aire para ser cruzada sin ningún esfuerzo real. ¿Qué hago?
Ah pues muy fácil, me tiro al drama y me pongo a beber junto con la dinámica secreción de endorfinas que me da correr de una manera malsana y voraz, pero chicos no lo hagan en casa, esto sólo es para expertos de los cuales obviamente tampoco formo parte, razón por la cual terminamos en malos términos con las resoluciones y las experiencias que podrían ir de bonitas e inolvidables a sólo inolvidables, pero lo cierto es que no me doy por vencido nunca así que le seguimos, hay que hacer callo en esto también, porque después de todo el corazón es un músculo y el amor un ejercicio, así que para volverse un maestro hay que practicarlo también. 

Mi táctica es -como iniciaría un gran poema del gran maestro Benedetti- apachurrar el corazón, vaciarlo de todo su sentir a cada instante para que cada experiencia sea nueva, una entrega completa, emocionante y tan volcada que no me quede espacio para sentir el fallido desazón que provoca el desamor en las quinceañeras, apachurrarlo con toda mi persona y emociones para que pueda pasar del amor a la amistad en un desasosiego del alma, sin moretones o marcas, ni mordidas que necesiten sanar con una botella de ginebra y azotada música, apachurrarlo para mostrar toda la maravilla del sinsentido que ocasiona la diversión histérica e hilarante de convivir a mi lado, llena de colores, lugares, aventuras y pasión… Bueno, eso digo yo. 

Aún no descubro como evitar o ignorar la pintoresca bofetada que te dan las emociones cuando no sabes como declararlas, corresponderlas, aceptarlas y esa linda etapa sobre dejar ir las cosas y continuar. Estoy trabajando arduamente en eso sobre el escenario donde vale la pena tener las conversaciones incómodas, nunca dar nada por sentado y jamás dejar que las cosas se extingan u olviden por el simple hecho de que el tiempo llene el lugar de los huecos provocados por la mente, esa última merece un lindo Fuck no muy fuerte.

Eventualmente le saldrán callosidades al corazón y debo tener cuidado de que no lo vuelvan un coraza y siempre pueda llenarlo de nuevos inventos, inesperado de romanticismo, cariño, risas interminables en una linda dosis de intensidad bien encaminada.