viernes, 30 de mayo de 2008

¿Dulces o trucos?


Ya lo expresó Freddie Mercury, como si fuera un proverbio, en uno de los más celebrados temas de Queen: “Who wants to live forever”, - ¿Quién quisiera vivir por siempre? - ¡Cuidado! No es un deseo fácil de cumplir y en el camino a la inmortalidad hay tropiezos fuertes.

Tal es el caso de La Reina del Pop, Madonna, quien para su nueva faceta se presenta de manera plastificada, reticente a la evolución (de la cual fue portavoz en su momento), con un álbum – Hard Candy (2008) - donde el exceso de producción suena a… bueno, mil y un cosas estiladas por Nelly Furtado, Gwen Stefani o cualquier urban pop girl: Mamá tomó prestados los jeans de sus hijas.

La actual entrega discográfica conmemora 25 años de carrera para la Sra. Ciccone; lejos de brillar debido a la múltiple experimentación de su harem de productores del pop (aquellos que ponen la ‘T’ en Trendy), Madonna plancha el leotardo de Confessions… (2005) para dar tumbos por la escalinata del dancefloor vs. hip-hop rebajado con electrónica, en un fútil intento por mantener la identidad urbana joven que ya se había agenciado.

El look combinado entre Martita Villalobos y una dominatríz es sólo un reciclaje de sí misma a partir de Erotica (1992). Con letras que – aunque intentan hablar de sexo con poca sutileza - no parecen ser del todo frescas. Este álbum es un dulce rancio que causa diabetes, con el punto más amargo en “Spanish Lessons” cuando La Doña balbucea frases en español aprendidas a través de Telemundo: Más anticlimático que el rap de American Life (2003) (“I do yoga and pilates…”).

Otro caso de una diva que intenta hacer una multi-faceta de sí misma – y que presagia un pequeño desastre - es la aspiración para cantar por la actriz Scarlett Johanson. Anywhere I lay my head (2008), un álbum de covers a Tom Waits, es el berrinche de la nueva musa del cine. Cuenta con un excedente de cool points ganados por alejarse del mainstream (a diferencia de Madonna, que insiste en ganarse el derecho a pista). En el álbum de Scarlett, las virtudes provienen del mecenazgo de David Bowie y la producción del miembro de TV on the Radio, Dave Sitek. La chica juega con un estilo íntimo al estilo de “te canto al oído, en la cama”, el cual narcotiza cada canción, lástima que su rango vocal no da para más que un susurro andrógino.

Ambas divas convergen en un mismo punto: el tropiezo. Empecinadas por mantener un erotismo (reciclado) o ingenuamente infundado, que intenta conseguir momentum. El glamour es un espejismo y al tiempo nadie lo engaña. El camino a la inmortalidad también pasa por vados a partir de malas decisiones.

martes, 27 de mayo de 2008

Mamá, Papá… ¡Soy Hipster!


Aunque la imagen diga Faux Hip hop es un claro atuendo Hipster del escenario México (¡de verdad!)

Por Fernando del Portillo y Malfi

“…Hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna,
que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría, flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz…”
Extracto de “Howl” (“Aullido”)
Por Allen Ginsberg
Traducción de Rodrigo Olavarría

Si camina como pato, se ve como pato y hace quack con sus lentes oscuros marca Ray-Ban mientras ve algo de cine francés como un intelectual de pose posmodernista, es un Hipster, no un pato.
El mundo de la subcultura contemporánea del “Hipsterismo” no es más que el simulado intento de una revelación ante la sociedad impuesta del nuevo milenio, que en un momento desconocido dio una vuelta equivocada con transiciones desencaminadas a sus fieles principios, los Hipsters no son el descubrimiento del agua tibia en la subcultura mundial, por el contrario son un grupo definido desde los años 40 como bien lo expresa Blossom Dearie, una jazzista americana de esa nostálgica época: “I'm hip I'm alive I enjoy any joint where there's jive, I'm on top of every trend” Esta canción sería como la Biblia para un Hipster, se escribió hace mucho y sigue siendo vigente, pero cada uno la sigue de manera muy personal e interpretativa.
Prueba de esta última aseveración es que actualmente la fascinación por este modus vivendi resulta un patrón socio-cultural que deja de ser solamente para excluidos artistas que viven en un eterno trance psicodélico; ahora la deformidad de conceptos implica comprar ropa excesivamente cara que parezca de segunda mano, ser visto (al igual que fotografiado) en fiestas y conciertos de carácter muy específico, creer en la vigencia de Myspace y evangelizar la religiosa práctica del “Hazlo tu mismo”; ser Hipster no significa solamente combinar las agujetas de sus tennis “Air One” con el armazón de los Ray-Ban “Wayfarer” que vayan a utilizar ese día, implica adentrarse a la literatura anti-capitalista, saber los últimos conflictos políticos y tomar estandartes de ideales y justicia en contra de esas grandes tiendas que siguen usando esclavos en países tercermundistas para la manufactura de ropa (dígase Nike o Gap) o que al menos lo creas así, y también es vital que memorices los nombres de personajes importantes de la libre expresión en el mundo. Pero aún más substancial y en esto depende gran parte de su filosofía actual, es suficiente con aparentar saber todo lo anterior.
Auque existe también hay un tip que puede desenmascararlos drástica y ferozmente, ¿Cuándo se puede confirmar que alguien es Hipster?, cuando hace todo lo posible por negar que lo es. El pato de los Ray-Ban y tennis que hacen juego con el armazón solo dirá quack, es raro que se auto cataloguen como parte del mundo Hipster actual, y es por que aunque el mundo Hipster sea alimentado por la fama injustificable de The Misshapes, las fotos de The CobraSnake y la excesiva importación de libretas Moleskine, debe ser cansado estar al tanto de todo lo que sucede en este mundo, pues el efímero y rápido modo de vida conlleva a que algún día, no muy lejano, exista un grupo que se rebele a los Hipsters, especialmente si los movimientos subculturales de hoy en día son tan diversos y camaleónicos, pero no te preocupes por que aquí podemos ir descubriendo juntos, poco a poco, otro pequeño fragmento de nuestra juvenil y posmoderna sociedad actual y sus múltiples pedazos de subcultura.

Temporada de Vienítis


Este texto fue acerca de la segunda temporada alta de conciertos el año pasado, de octubre a diciembre.

Por Malfi y Fernando del Portillo

El Síndrome del ¡Viene!: Este año, el público mexicano sufrió dicho mal padecimiento, al cual convendremos referirnos como: Vienítis. Los síntomas son variados, desde falta injustificada de dinero hasta lesiones en las cuerdas vocales. Las causas, la obsesión, vulnerabilidad y la alta disposición de los mexicanos para recibir cual malinche pierniabierta a cualquier artista extranjero mediante un evento masivo, de preferencia, musical.

¿Por qué decimos que este año México sufrió de Vienítis?, A continuación los ejemplos: “¡Viene The Police!, ¡Viene The Cure!, ¡Viene Roger Waters!, ¡Viene Muse!, ¡Viene Bright Eyes!, ¡Viene Porcupine Tree!, ¡Viene Laurie Anderson!, ¡Viene Justice!, ¡Viene Caetano Veloso!, ¡Viene Miguel Bosé!, ¡Viene Dios (el grupo llamado Dios)!, ¡Viene Aerosmith!, ¡Viene Daft Punk!; ¡Viene!, ¡Viene!, ¡Viene!... exclamados en voces tan frenéticas y enajenadas que harían que incluso los franeleros de Polanco (también conocidos como ‘güacha-carros’) se quedaran anonadados.

¿Qué es lo que pasa? ¿Cómo hemos llegado a tan poblado y a la vez tan desolado “escenario”? Una respuesta que se extiende demasiado en contexto, el cual nos hace ser máquinas consumistas de entretenimiento, varios factores que refuerzan nuestro furor descontrolado por la música en vivo (y por las deidades radiantes sobre pedestales), pero que a la vez pueden justificar este agonizante año que sufrió la plaga de Vienítis y que va entrando poco a poco en cuarentena: La temporada va terminando y nos alivia de la locura, al menos por el momento.

Estamos al descubierto sobre nuestro excéntrico y acelerado proceso de maduración musical, no es culpa nuestra, como dice Cristina Pacheco, “aquí nos toco vivir”. Por que después de una grieta sin música que parecería, iba a durar por siempre, logramos recuperar en los 80 un lugar en el mapa de las giras musicales, pero olvidamos que el mundo siguió girando y que los talentosos siguieron haciendo shows para darle a los espectadores del planeta, la oportunidad de crecer y adaptarse al ámbito musical actual; nosotros por el contrario estamos recuperando el paso a velocidad luz, lo que paulatinamente convierte nuestro gusto por presenciar conciertos internacionales masivos en una obsesión, no sabemos por que lo hacemos pero asistimos embelesados de uno modo ciego y desaforado, cual japonés enfermo de consumismo surgido ahora en las tierras aztecas. Antes, el éxito desmedido de un artista solía ocurrir en Japón – Big in Japan -. Hoy, con orgullo, inauguramos el término Big in Mexico.

Sufrimos, nos azotamos, pagamos y pagamos, hacemos largas horas de fila y nos estresamos en el teléfono, “¡¡¡ahhhh!!!”, gritamos y nos desagarramos las gargantas para después hacer horas de estacionamiento mientras comentamos con emoción genuina “¡¡¡fue el mejor concierto!!!!” Para repetirlo una y otra… y otra… y otra vez durante las temporadas de ‘marzo–abril’ y ‘octubre–noviembre’, que curiosamente son temporadas bajas en Europa.

Cabe mencionar de manera importante que además de lo maravilloso que es para cualquier acto (u oportunista de carrera deslavada) venir a México para sentir la vibra y calidez latina en el escenario: por que nadie grita como nosotros, también representamos una enorme fuente de ingresos y un trato que elimina cualquier rasgo humilde y puede elevarle el ego hasta Jesucristo.

¡Viene Billy Joel! ¡Viene Björk! ¡Viene Santa Claus! Viene otro año… Y con éste una nueva temporada de shows que esperamos no tenga la Vienítis tan fuerte como el 2007 que nos deja con el corazón y el ceso llenos de recuerdos e imágenes de muchos grupos que pisaron por primera vez nuestro suelo y fueron testigos de nuestra epidemia folklórica de frenesí e ímpetu por cualquier luminiscente presencia. Esperemos a que lleguen marzo y abril para seguir dicho proceso de madurez ante los espectáculos y a saber que nos depara para nuestros bolsillos y ahora entrenados, además de gastados oídos de concierto.