domingo, 31 de agosto de 2008

Keffiyeh, kafé y Kadaffi


Hasta el día de hoy los mandatarios no eran representantes de la moda, las tendencias del glamour y el más explotable sentido comercial de una marca. Como un póstumo legado, Yasser Arafat impone cánones fashionistas con una popular prenda que se expande entre los voraces consumidores jóvenes, de un modo más rápido que los locales de Starbucks lo harían en medio oriente.
La prenda en cuestión, denominada Keffiyeh –con sus otros 2mil homónimos como kufiya, shemagh o hattah-, es la cuadriculada bufanda que hace unos siglos aludía al honor y pertenencia en las tribus palestinas, y que ahora simboliza… simboliza… en realidad nada. Bueno, es un ambiguo y vago intento de simpatizar con alguna propuesta anticultural o de protesta geopolítica, pero en realidad se traduce a obscenidades de efectivo para las compañías textiles que ven una gran oportunidad en el mercado ávido por encontrar identidad a partir de la pepena transcultural –Wey, ¡que chida está tu bufanda irakí!, wey-.
El fenómeno es palpable en antros, escuelas y centros comerciales atiborrados de mozalbetes emperifollados con un keffiyeh, que lejos de ser conseguido en un mercado en Israel, fue adquirido mediante la promoción summer break en Abercrombie & Fitch para ser lucido al máximo bajo el sol de junio. Un artículo que en otro tiempo no muy lejano, simbolizaba entendimiento, ideales, hermandad o soporte para Palestina, ahora es algo bonito, coqueto, stylish e indispensable para el guardarropa.
La arrolladora ola es sustentada por otro tipo de íconos que fuera de ser un adalid de la prenda, han caído presas de las tendencias del marketing, son personajes de la vida pública y sólo por mencionar algunos están Kirsten Dunst, Kanye West, Collin Farrel o la cantante sueca Robyn, que usan indiferentemente keffiyeh dotándole de un estatus aún más vendible y alejado de su concepto original, tal vez si Brad Pitt, Angelina Jolie o su bebé, usan un turbante como accesorio, ésta sea la nueva e indeleble marca de lo que se tiene que usar hoy en día.
Vampire Weekend, un exitoso grupo indie proveniente de la liga de universidades élite de EUA, ya destaca en su canción “Campus” el fenómeno “You spilled kefir on your keffiyeh”. Dunkin Donuts tuvo que retirar un anuncio (donde una líder de opinión anunciaba un café, mientras usaba la susodicha bufanda): a los derechistas les pareció un gesto intimidante. Probablemente esta moda sea un complot terrorista, para infiltrase al país, primero, por medio de las cadenas de ropa más rentables de la nación, luego por el café y quien sabe, tal vez la siguiente Miss America compita tapada de cuerpo completo con una burka.
Fernando del Portillo ferdelportillo@gmail.com es colaborador de Ibero 90.9

viernes, 27 de junio de 2008

Ese dulce olor a dinero



La temporada de conciertos es una fuente inagotable para poder gastar una generosa cantidad de dinero en un - casi imbatible - tiempo record. La enajenada carrera por boletos oscila entre los 15 y los 40 minutos de un trance histérico, que asemeja la furtiva caza encarnada por una hambrienta jauría de animales salvajes.

Llorar, gritarle a una pantalla inanimada de computadora; trastornos de conducta, un sangrado dedo índice que choca contra el botón de “remarcado” y risas que fluctúan hacía la locura, son sacrificios por tocar un éxito. Trascendencia que se traducirá en poder presenciar la reencarnación de un Jesucristo musical: facultado(a) para producir milagros de luces, pantallas y bailarines, entre cambios de atuendos, lentejuelas, spandex y varios temas tarareados en el masificado consciente colectivo que abarrotará el Foro Sol los venideros 29 y 30 de noviembre.

El dulce y pegajoso tour de Madonna, rota su mirada a una devota y entregada Cd. de México con una audiencia que se desmiembra entre varias comunidades - fresirockers, hipsters confundidos, poperos, melómanos, descarriada juventud, gays, oficinistas con demasiado dinero y tiempo, y por supuesto algunos fans – logrando la milagrosa transmutación de un repentino regreso a tierras aztecas, en exorbitantes cantidades de dinero; ya que los precios impuestos no conocen discriminación, ofertándose de manera inmutables en todos los destinos que participan del tour internacional en la nueva venida de una Mesías del pop.

El dulce aroma del dinero se extiende más allá hacía el lado derecho de la rubia divinidad de apretado leotardo y estola de plumas rosas: con un hedor a oportunismo se podían comprar lugares en la fila para estar más cerca de la gloria de gastar los chelines ahorrados o sobregirar la cordial tarjeta, por unos preciados boletos para la “mítica” presentación de Madonna. Entradas que ostentaban precios desde unos bien invertidos 4 mil pesos, hasta un pobre trueque de 280 pesos que asegura la entrada al recinto donde se celebrará el concierto de esta monárquica e idolatrada cincuentona.

También el ciberespacio se impregna de ambiciosos olores a capital monetario, cuando los boletos ahora comprados se ofertan por la módica cantidad de 9 mil 500 pesos, una ilusoria ganga según una generalizada contestación a la sencilla cuestión: ¿Por qué?… Por que es Madonna. Y no se puede dejar de lado el rumor de tener una especializada compañía de reventa para estos boletos, agrupación a cargo del mismo ente armónico que fijo internacionalmente los precios para Sweet & Sticky Tour.

La presentación promete mucho como la generalidad de los shows con esta coronada artista, en especial si se toma como base que su último producto no es lo mejor que ha tenido a lo largo de su trayectoria, haciendo un crisol lleno de una gran expectativa y zozobra después de la perfección en The Confessions Tour y la cantidad de meses que preparan el espectáculo para la masa de fanáticos que esperan con tendencia maniaca al mes de noviembre; un mes que además se satura con festivales y conciertos repletos de talento y costosas entradas (que posiblemente mermen un tanto con este evento).

viernes, 20 de junio de 2008

Devaneo musical de verano.



La expectativa de tener unas vacaciones vaga en la imaginación cual fantasma durante todo el año, en un latente deseo por las maravillosas costumbres veraniegas; una fugaz temporada de galante atmósfera y clima de moderada perfección que acompaña momentos que serán enmarcados en la corteza del cerebro.

El verano se vive de estimulantes formas: viajar en un “alocado” road trip, o recostarse sobre el pasto con un penetrante pero agradable olor a hierba mojada, para ver la vida pasar entre las nubes de variadas formas; correr de la playa hacía el mar ente carcajadas con amigos; encontrar el amor a cada paso por la ciudad, el antro, la arena, el lago, las ruinas o cualquier paraje en el sublime espejismo que ofrece la temporada que inicia con el solsticio.

Tal abanico de experiencias idílicas – que se desea no conozcan final – queda marcado en el imaginario colectivo, y se refuerza a través de la música, mediante los conocidos éxitos del verano: canciones que funcionan como un hilo conductor entre la diversión y el recuerdo, al convertirse en el soundtrack personal del inmutable ciclo veraniego.

Al llegar la temporada, los artistas y sus promotoras liberan un sencillo que inundará las estaciones, autos, antros, parajes turísticos y vidas de las personas durante una corta temporada que, curiosamente, se extiende de por vida al evocar aquellos veranos de ensueño. Los ejemplos sobran: Las Ketchup con su pegajoso “Aserejé” y antes, las chicas de Paradisio con “Bailando”; Shakira con “Las de la intuición” o si el gusto es más anglosajón “In the Summertime” de Shaggy – un himno de verano en su época -; “Who let the dogs out?” con Bajamen, y de manera curiosa “Umbrella” de Rihanna se estrenó por esta época el pasado 2007, así como otros miles de sencillos que se colocan año con año bajo el sol del recuerdo.

Canciones que sobreviven al tiempo en una petitoria por extender el éxtasis estival: lo curioso es que no se puede prever cuáles serán los temas agraciados para este verano del 2008 (si es que se le puede aún llamar “verano”, dado el cambio climático global). Dada la diversidad en la oferta musical, es difícil saber de qué entorno vendrá el siguiente Summer Hit. Se aceptan candidatas a este correo electrónico.

jueves, 12 de junio de 2008

Aún hay más… ¿nostalgia?


Será un domingo, hace dos semanas, que fui a la “miscelania” más cercana por algo que calmara el antojo, producto de una cruda mortal; ahí encontré a una población de locales embelesados por una zumbante televisión donde se sintonizaba el Canal de las Estrellas.

Fue una cita con el destino encontrar, en un atuendo posiblemente comprado en Izazaga (que haría a una pollita nocturna de-la-logia-de-sexo-servidoras sentir envidia), a una platinada Yuri, quien presentaba un documental acerca del finado vocalista de K-Paz de la Sierra: parecía que la güera “hasta iba llorar”, así tuviera que meterse una cebolla gigantesca en la cuenca del ojo para lograrlo… sí, así de natural fluía el programa Noche de Estrellas.

Afortunadamente, mi antojo pudo más que el trance y me zafé de atravesar el via crucis lacrimógeno de dicho homenaje, pero como producto de esa exposición involuntaria, se activó mi acervo polvoso de imágenes domingueras donde Raúl Velasco (que Diosito me lo guarde) dictaba el cánon. Una embolia de recuerdos brotó de ese olvido voluntario, para desahogar torrentes pueriles del Chavo del Ocho, Katy la Oruga, Los Polivoces, mas un sinfín de novelas y caricaturas de antaño.

Con mi cahuama Corona bajo el brazo, de regreso a mi dulce cubil de resaca, meditaba sobre aquel tradicional Siempre en Domingo donde se presentaban talentos nuevos y/o reconocidos, nacionales o internacionales. Un halo de bondad regresó a mi, cuando recordé aquel ambiente familiar que guardaba a este programa como un ritual para el último momento de la semana, en una misa que sumaba niveles de hasta 350 millones de espectadores tras 1400 horas al aire. Noche de Estrellas, por lo contrario, expone a una veterana diva en su turno como Hostess Triple A, en una misa pagana de recurrente fórmula que saquea la tumba de aquella arcana institución del entretenimiento dominical… Jíjale, qué crimen.

Seguí en la meditabunda acción de encontrar por que habíamos perdido el camino en las cosas que en algún momento nos dieron risas y sueños, por que ahora son quimeras de puberto calenturiento-erotizado o en el mejor de los casos, pesadillas de un ayer perdido.

Es de “conocencia” popular que los refritos nunca terminan, se transforman cual madrota remasterizada de Tlatelolco - es la misma gata, pero revolcada -; la idea es seguir vendiendo con el arca de viejos otoños mexicanos. ¿porqué pervertir el original?

Como pueblo, esto nos deja bien lastimosos de la “identida’” y para prueba, basta un póster de Chaplin, Elvis o Brigitte Bardot: otras sociedades tienen bien identificados a sus santos de la cultura pop, y les gusta venerarlos y recordarlos, tal como fueron no como se ven con un facelift mediático, recién levantados de su tumba.

Cuesta harto encontrar un póster del Chavo del Ocho, pero se puede obtenerlo “por lo que viene siendo” $3.50 más IVA en tu cel; imposible siquiera conseguri un póster de novelas (Ludwika Paleta en Carrusel, por ejemplo) o del mismísimo predicador de los domingos, Raúl Velasco, a quien no se encuentra ni aunque se le rinda una plegaria al Santo Niño de Atocha.

La tirada, es que nuestra identidad colectiva no cuaja al cien por ciento, hemos sido invadidos por calcas mal hechas - cual puesto de VCDes en el folklórico barrio de Tepito -; rubias de atuendo espléndido y escotes levanta muertos; caricaturizaciones a medio cocinar y hordas de contenidos celulares con voces e imágenes, que nos despojan del sentido de tener y guardar esos recuerdos, que al final deberían unirnos cual muégano. Aún no te revuelques en tu tumba Raúl Velasco, por que todavía estamos en proceso de encontrarnos como pueblo… a ver dónde terminamos.

viernes, 30 de mayo de 2008

¿Dulces o trucos?


Ya lo expresó Freddie Mercury, como si fuera un proverbio, en uno de los más celebrados temas de Queen: “Who wants to live forever”, - ¿Quién quisiera vivir por siempre? - ¡Cuidado! No es un deseo fácil de cumplir y en el camino a la inmortalidad hay tropiezos fuertes.

Tal es el caso de La Reina del Pop, Madonna, quien para su nueva faceta se presenta de manera plastificada, reticente a la evolución (de la cual fue portavoz en su momento), con un álbum – Hard Candy (2008) - donde el exceso de producción suena a… bueno, mil y un cosas estiladas por Nelly Furtado, Gwen Stefani o cualquier urban pop girl: Mamá tomó prestados los jeans de sus hijas.

La actual entrega discográfica conmemora 25 años de carrera para la Sra. Ciccone; lejos de brillar debido a la múltiple experimentación de su harem de productores del pop (aquellos que ponen la ‘T’ en Trendy), Madonna plancha el leotardo de Confessions… (2005) para dar tumbos por la escalinata del dancefloor vs. hip-hop rebajado con electrónica, en un fútil intento por mantener la identidad urbana joven que ya se había agenciado.

El look combinado entre Martita Villalobos y una dominatríz es sólo un reciclaje de sí misma a partir de Erotica (1992). Con letras que – aunque intentan hablar de sexo con poca sutileza - no parecen ser del todo frescas. Este álbum es un dulce rancio que causa diabetes, con el punto más amargo en “Spanish Lessons” cuando La Doña balbucea frases en español aprendidas a través de Telemundo: Más anticlimático que el rap de American Life (2003) (“I do yoga and pilates…”).

Otro caso de una diva que intenta hacer una multi-faceta de sí misma – y que presagia un pequeño desastre - es la aspiración para cantar por la actriz Scarlett Johanson. Anywhere I lay my head (2008), un álbum de covers a Tom Waits, es el berrinche de la nueva musa del cine. Cuenta con un excedente de cool points ganados por alejarse del mainstream (a diferencia de Madonna, que insiste en ganarse el derecho a pista). En el álbum de Scarlett, las virtudes provienen del mecenazgo de David Bowie y la producción del miembro de TV on the Radio, Dave Sitek. La chica juega con un estilo íntimo al estilo de “te canto al oído, en la cama”, el cual narcotiza cada canción, lástima que su rango vocal no da para más que un susurro andrógino.

Ambas divas convergen en un mismo punto: el tropiezo. Empecinadas por mantener un erotismo (reciclado) o ingenuamente infundado, que intenta conseguir momentum. El glamour es un espejismo y al tiempo nadie lo engaña. El camino a la inmortalidad también pasa por vados a partir de malas decisiones.

martes, 27 de mayo de 2008

Mamá, Papá… ¡Soy Hipster!


Aunque la imagen diga Faux Hip hop es un claro atuendo Hipster del escenario México (¡de verdad!)

Por Fernando del Portillo y Malfi

“…Hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna,
que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría, flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz…”
Extracto de “Howl” (“Aullido”)
Por Allen Ginsberg
Traducción de Rodrigo Olavarría

Si camina como pato, se ve como pato y hace quack con sus lentes oscuros marca Ray-Ban mientras ve algo de cine francés como un intelectual de pose posmodernista, es un Hipster, no un pato.
El mundo de la subcultura contemporánea del “Hipsterismo” no es más que el simulado intento de una revelación ante la sociedad impuesta del nuevo milenio, que en un momento desconocido dio una vuelta equivocada con transiciones desencaminadas a sus fieles principios, los Hipsters no son el descubrimiento del agua tibia en la subcultura mundial, por el contrario son un grupo definido desde los años 40 como bien lo expresa Blossom Dearie, una jazzista americana de esa nostálgica época: “I'm hip I'm alive I enjoy any joint where there's jive, I'm on top of every trend” Esta canción sería como la Biblia para un Hipster, se escribió hace mucho y sigue siendo vigente, pero cada uno la sigue de manera muy personal e interpretativa.
Prueba de esta última aseveración es que actualmente la fascinación por este modus vivendi resulta un patrón socio-cultural que deja de ser solamente para excluidos artistas que viven en un eterno trance psicodélico; ahora la deformidad de conceptos implica comprar ropa excesivamente cara que parezca de segunda mano, ser visto (al igual que fotografiado) en fiestas y conciertos de carácter muy específico, creer en la vigencia de Myspace y evangelizar la religiosa práctica del “Hazlo tu mismo”; ser Hipster no significa solamente combinar las agujetas de sus tennis “Air One” con el armazón de los Ray-Ban “Wayfarer” que vayan a utilizar ese día, implica adentrarse a la literatura anti-capitalista, saber los últimos conflictos políticos y tomar estandartes de ideales y justicia en contra de esas grandes tiendas que siguen usando esclavos en países tercermundistas para la manufactura de ropa (dígase Nike o Gap) o que al menos lo creas así, y también es vital que memorices los nombres de personajes importantes de la libre expresión en el mundo. Pero aún más substancial y en esto depende gran parte de su filosofía actual, es suficiente con aparentar saber todo lo anterior.
Auque existe también hay un tip que puede desenmascararlos drástica y ferozmente, ¿Cuándo se puede confirmar que alguien es Hipster?, cuando hace todo lo posible por negar que lo es. El pato de los Ray-Ban y tennis que hacen juego con el armazón solo dirá quack, es raro que se auto cataloguen como parte del mundo Hipster actual, y es por que aunque el mundo Hipster sea alimentado por la fama injustificable de The Misshapes, las fotos de The CobraSnake y la excesiva importación de libretas Moleskine, debe ser cansado estar al tanto de todo lo que sucede en este mundo, pues el efímero y rápido modo de vida conlleva a que algún día, no muy lejano, exista un grupo que se rebele a los Hipsters, especialmente si los movimientos subculturales de hoy en día son tan diversos y camaleónicos, pero no te preocupes por que aquí podemos ir descubriendo juntos, poco a poco, otro pequeño fragmento de nuestra juvenil y posmoderna sociedad actual y sus múltiples pedazos de subcultura.

Temporada de Vienítis


Este texto fue acerca de la segunda temporada alta de conciertos el año pasado, de octubre a diciembre.

Por Malfi y Fernando del Portillo

El Síndrome del ¡Viene!: Este año, el público mexicano sufrió dicho mal padecimiento, al cual convendremos referirnos como: Vienítis. Los síntomas son variados, desde falta injustificada de dinero hasta lesiones en las cuerdas vocales. Las causas, la obsesión, vulnerabilidad y la alta disposición de los mexicanos para recibir cual malinche pierniabierta a cualquier artista extranjero mediante un evento masivo, de preferencia, musical.

¿Por qué decimos que este año México sufrió de Vienítis?, A continuación los ejemplos: “¡Viene The Police!, ¡Viene The Cure!, ¡Viene Roger Waters!, ¡Viene Muse!, ¡Viene Bright Eyes!, ¡Viene Porcupine Tree!, ¡Viene Laurie Anderson!, ¡Viene Justice!, ¡Viene Caetano Veloso!, ¡Viene Miguel Bosé!, ¡Viene Dios (el grupo llamado Dios)!, ¡Viene Aerosmith!, ¡Viene Daft Punk!; ¡Viene!, ¡Viene!, ¡Viene!... exclamados en voces tan frenéticas y enajenadas que harían que incluso los franeleros de Polanco (también conocidos como ‘güacha-carros’) se quedaran anonadados.

¿Qué es lo que pasa? ¿Cómo hemos llegado a tan poblado y a la vez tan desolado “escenario”? Una respuesta que se extiende demasiado en contexto, el cual nos hace ser máquinas consumistas de entretenimiento, varios factores que refuerzan nuestro furor descontrolado por la música en vivo (y por las deidades radiantes sobre pedestales), pero que a la vez pueden justificar este agonizante año que sufrió la plaga de Vienítis y que va entrando poco a poco en cuarentena: La temporada va terminando y nos alivia de la locura, al menos por el momento.

Estamos al descubierto sobre nuestro excéntrico y acelerado proceso de maduración musical, no es culpa nuestra, como dice Cristina Pacheco, “aquí nos toco vivir”. Por que después de una grieta sin música que parecería, iba a durar por siempre, logramos recuperar en los 80 un lugar en el mapa de las giras musicales, pero olvidamos que el mundo siguió girando y que los talentosos siguieron haciendo shows para darle a los espectadores del planeta, la oportunidad de crecer y adaptarse al ámbito musical actual; nosotros por el contrario estamos recuperando el paso a velocidad luz, lo que paulatinamente convierte nuestro gusto por presenciar conciertos internacionales masivos en una obsesión, no sabemos por que lo hacemos pero asistimos embelesados de uno modo ciego y desaforado, cual japonés enfermo de consumismo surgido ahora en las tierras aztecas. Antes, el éxito desmedido de un artista solía ocurrir en Japón – Big in Japan -. Hoy, con orgullo, inauguramos el término Big in Mexico.

Sufrimos, nos azotamos, pagamos y pagamos, hacemos largas horas de fila y nos estresamos en el teléfono, “¡¡¡ahhhh!!!”, gritamos y nos desagarramos las gargantas para después hacer horas de estacionamiento mientras comentamos con emoción genuina “¡¡¡fue el mejor concierto!!!!” Para repetirlo una y otra… y otra… y otra vez durante las temporadas de ‘marzo–abril’ y ‘octubre–noviembre’, que curiosamente son temporadas bajas en Europa.

Cabe mencionar de manera importante que además de lo maravilloso que es para cualquier acto (u oportunista de carrera deslavada) venir a México para sentir la vibra y calidez latina en el escenario: por que nadie grita como nosotros, también representamos una enorme fuente de ingresos y un trato que elimina cualquier rasgo humilde y puede elevarle el ego hasta Jesucristo.

¡Viene Billy Joel! ¡Viene Björk! ¡Viene Santa Claus! Viene otro año… Y con éste una nueva temporada de shows que esperamos no tenga la Vienítis tan fuerte como el 2007 que nos deja con el corazón y el ceso llenos de recuerdos e imágenes de muchos grupos que pisaron por primera vez nuestro suelo y fueron testigos de nuestra epidemia folklórica de frenesí e ímpetu por cualquier luminiscente presencia. Esperemos a que lleguen marzo y abril para seguir dicho proceso de madurez ante los espectáculos y a saber que nos depara para nuestros bolsillos y ahora entrenados, además de gastados oídos de concierto.

viernes, 18 de abril de 2008

Epifany... The Sea





The sea's only gifts are harsh blows, and occasionally the chance to feel strong. Now I don't know much about the sea, but I do know that that's the way it is here. And I also know how important it is in life not necessarily to be strong but to feel strong. To measure yourself at least once. To find yourself at least once in the most ancient of human conditions. Facing the blind death stone alone, with nothing to help you but your hands and your own head. (De la película "Into the Wild")

Hasta hace poco no me había dado cuenta de varias de las cosas que me hacen la persona que soy ejercicio que al parecer es algo simple y espero que para la mayoría del mundo así lo sea, pero yo, no entendía bien el resto de mis acciones como persona y el por que sentía constantemente la necesidad de un alejamiento temporal - y considerado personalmente muy necesario- de mis lazos afectivos y campos de relación (laborales, escolares, etc). La reciente epifanía parida de mi inconsciente se limita al entendimiento de la independencia que me compone como persona; no había entendido que esa independencia que me hace reaccionar, interactuar hablar, pensar y sentir como lo hago es la que también me impulsa a la experimentación y una sed de aprehensión que me impulsa magnéticamente al encuentro de nuevas cosas, personas y lugares, superando a la experiencia cada vez más, y ahora mi meta es lograr empezar un nuevo génesis viviendo dentro de los limites de otra nación, algo que aún está por definirse y que se vislumbra para un mediano futuro.

La extensiva reflexión choresca presentada en el párrafo anterior se relaciona con la cita textual acerca del mar, una experiencia que define parte de ese constante sentimiento. La experiencia de independencia te da una sensación indescriptible de libertad y enfrentamiento personal contra tus miedos y ansiedades, es erguirte contra el mundo sobre tus pies y con tus puños e intelecto para definir lo que quieres hacer, entendiendo hasta donde eres capaz de llegar. Al igual que el mar, es una avasalladora fuerza que puede hundirte si no tienes cuidado, pero que mientras logres comprenderla y fluir con ella, te deja flotar en la inmensidad de la belleza de la verdad pura de conocerte y entenderte. Tranquilidad flotando sobre un brutal pulso intempestivo que te acoge por igual que puede destruirte.